El pasado 18 de mayo tuve el honor de participar como ponente en una jornada de innovación sanitaria organizada por el Departamento de Salud del Gobierno de Navarra.
Fue una jornada en la que hubo de todo: inspiración creativa, magia tecnológica, empatía sanitaria y un viaje a la medicina del futuro.
La inspiración creativa vino de la mano de Juan Prego, reputado experto en creatividad, quien ejerció de maestro de ceremonias y supo crear un ambiente muy ameno y participativo.
Me quedé con una frase de la participación de Juan:
Muchas genialidades surgen de la capacidad de permanecer durante mucho tiempo con una pregunta.
Seguro que en su libro Piensa como un genio hay muchas más de estas. En breve lo comprobaré.
La magia tecnológica la puso TedCas, una startup incluida entre las 100 compañías más innovadoras en eHealth del mundo. Jesus Perez Llaño y Gerardo Caballero mostraron en vivo y en directo cómo se puede controlar cualquier dispositivo electrónico mediante comandos de voz y gestos. El Dr. Rafael Sádaba, cirujano cardiovascular, habló de su gran utilidad en quirófano.
La empatía sanitaria llegó desde Suecia, vía Skype, con la participación de Anna Carlbom, coordinadora del proyecto Esther, un programa interdisciplinar para el cuidado de personas mayores diseñado desde la empatía con el paciente.
Mi participación estuvo centrada en la medicina exponencial o el modo en el que el avance de tecnologías exponenciales va a transformar la medicina. Lo tienes un poco más desarrollado en este artículo:
y resumido todavía más en este vídeo:
No quería dejar la sensación de que lo descrito anteriormente era algo lejano en el tiempo y en el contexto de la sanidad pública, por lo que también hablé del Plan mHealth.cat, un programa impulsado por la Generalitat de Catalunya para incorporar la salud móvil en la atención sanitaria pública. Tienes un poco más detallada esta iniciativa en el punto 2 de este Piking.
El cierre llegó con la reflexión sobre el nuevo rol de profesional sanitario. Empecé resaltando que no tenía ni idea de hacia dónde podía evolucionar este rol en un escenario tan dinámico como el descrito en la primera parte de mi exposición. Únicamente podía aventurar una serie de hipótesis y elucubrar sobre sus consecuencias y las competencias que debería tener el profesional para afrontarlas.
Estas fueron las ternas de hipótesis/consecuencias/nuevas competencias:
Hipótesis 1: lo único permanente será el cambio
Consecuencia: Necesidad de adaptación continua.
Una tecnología que avanza a velocidad exponencial es capaz de transformar un sector en pocos años y en salud, además de las propias TIC’s, hay varias que lo están haciendo. El potencial transformador es enorme, por lo que nos esperan unos tiempos de profundo cambio, que van a requerir una habilidad especial para saber adaptarse.
Nuevas competencias:
Uno se adapta al cambio aprendiendo y cuando el entorno cambia muy rápido el aprendizaje tiene que ser continuo y proactivo. No sirve con esperar a que la organización para la que uno trabaja gestione esta adaptación. Es imprescindible ser proactivo y construir Entornos Personales de Aprendizaje, gestionando de forma adecuada los flujos relevantes de información. Hay mucho donde elegir en las redes sociales, las comunidades de aprendizaje, los cursos masivos abiertos on line (MOOC) o los eventos especializados.
Otra habilidad clave es la colaboración. Los tiempos de cambio son excesivamente complejos para ser gestionados por un grupo reducido de personas. Iniciativas como dHealth, descritas en el punto 4 de este Piking son un buen ejemplo de cómo generar valor en salud a partir de la colaboración. Otro buen ejemplo es lo que hacen en Co-society.
Hipótesis 2: democratización del acceso al conocimiento médico
Consecuencias:
Vaya por delante que soy consciente que aquí estoy entrando en terreno pantanoso…
En el artículo sobre Medicina exponencial, que referenciaba al inicio, escribo sobre Watson, el orgullo de inteligencia artificial de IBM y su aplicación en salud. Si a Watson se le da acceso a toda la literatura médica y se le da un tiempo para que aprenda, podrá responder con el estado del arte médico a cualquier pregunta que se le haga. Si además este conocimiento es accesible desde un iPhone, iPad o Apple Watch, en virtud del acuerdo de colaboración firmado por IBM y Apple en julio de 2014, el resultado es que cualquiera podrá acceder al mejor conocimiento médico desde cualquier punto y en cualquier momento.
Si además permitimos que Watson acceda a la información sobre variables médicas y estilos de vida almacenada en HealthKit, a la información genética del usuario y a información geoposicionada del entorno desde el que se formulan las preguntas, sus respuestas podrían ser muy personalizadas.
Esto hace pensar que el acceso a conocimiento médico útil no va a ser exclusivo de médicos. Es muy probable que llegue a democratizarse, con la consiguiente parte de desintermediación del médico.
Además, el paciente va a tener cada vez más facilidad para acceder a comunidades con pacientes y profesionales especializados por lo que se convertirá en un verdadero experto de sus problemas de salud. Como tal, tendrá criterio para saber qué profesionales están a la altura de sus circunstancias y querrá compartirlo con otros pacientes por lo que la valoración del profesional será algo cada vez más habitual.
Nuevas competencias:
Una cosa es que se democratice el acceso a la información médica y otra que el profesional no sea necesario. Una misma información tiene diferente impacto según quien la procese, por lo que la opinión médica seguirá siendo muy relevante. No obstante, es probable que ésta opinión tenga un carácter más consultivo que preceptivo.
Por otro lado, el profesional podrá apoyarse en la tecnología para realizar sus estudios del estado del arte, liberando un tiempo que podrá emplearlo en mejorar la calidad humana de la relación con sus pacientes, reforzando la escucha, la empatía, el consuelo, el acompañamiento o el alivio. Suena paradójico pero la tecnología puede hacernos más humanos.
Hipótesis 3: datificación
Consecuencias: nuevas fuentes de información y conocimiento. Más opciones de prevención y predicción.
El cuidado de la salud se digitaliza y una de las primeras consecuencias es la datificación o la explosión de datos. En salud se esperan de tres fuentes: la monitorización de variables médicas y estilos de vida a través de apps y wearables, la disponibilidad de la información genética y la cuantificación del entorno a través del internet de las cosas.
Con esta información será más fácil prevenir e incluso predecir. Sin embargo, el cambio de hábitos cuando estos no son saludables no es sencillo. En el potencial de los wearables para el cambio de hábitos desgranaba un estudio realizado por Endeavour Partners que desvelaba el sucio secreto de los wearables:
La mayor parte de ellos falla a la hora de mantener comprometidos a los usuarios.
Según el estudio, un tercio de los usuarios deja de utilizarlos en los seis meses siguientes a haberlos sacado de la caja y menos de la mitad los sigue usando transcurridos dos años.
Nuevas competencias:
Ante esta situación, sería deseable que el profesional sanitario asumiera un rol de agente de cambio, en línea con la tendencia cada vez más firme de asistentes personales de salud, profesionales que utilizan la tecnología para seguir de cerca los hábitos de sus pupilos y mantenerlos motivados en el proceso de cambio hacia conductas más saludables.
Hipótesis 4: digitalización del cuidado de la salud
Consecuencia: inmigración digital.
La digitalización convierte a una actividad en una ciencia de la información y obliga a los implicados a aprender su lenguaje. Es como inmigrar a un nuevo territorio.
Nuevas competencias:
El profesional sanitario deberá desarrollar habilidades digitales relacionadas con la búsqueda de información, su procesado y su organización.
En un contexto digital tiene cada vez más sentido la prescripción de apps, vídeos, juegos, …
Hipótesis 5: es tu turno…
Cierro el post con este vídeo de la jornada: